domingo, 25 de enero de 2015

TALISMÁN

Se avecina una tormenta. Tomemos precauciones. Truenos maricas harán de nuestra fuga un horizonte paciente. Me creo ángel caído o poeta de brazos fatigados. No siempre funciona así.



ESPIRAL

Nunca me había pasado mi madre en espiral. Es la primera vez. Siempre, dicen, hay una primera vez. Arrasó con los modos y el ya cambiarás, serás un hombre de bien, no te quiero ver sufrir. Los espirales arrancan de un centro y el punto se va alejando curvadamente hasta llegar a otro punto que no es conflicto mamá.

VELOCIDADES

Lo veloz me mancha la muerte que atesoro bajo mi pestaña frágil. Lo lento huele feroz como pájaro ensangrentado. No seré gorrión pero estoy semi desplumado esperando la liberación que venga desde los alaridos de las miguitas de pan.

ENCLENQUE

Enclenque, la agonía, saluda como girasol al sol desnuda de sí misma en fragmentos de duelos conocidos. Los párpados pesados como paredes de apariencias, la soledad como pozo de tantas páginas. Me recuerdo haber sido diáfano con catarros leves deshabitados.

AMOR

Las lágrimas no se suceden, se seducen.
Hay más charco conmovido que silencio.
El alma es un gesto turbio de explicaciones
Toda pura como el temor.



CONSECUENCIAS

Hoy no tengo nada que decir. Repito. Hoy no tengo.
Me quedé mirando si  estabas por ahí.
Me quedé.
Y lo peor de todo a estas alturas donde uno se queda
es que no hay nada para decir.
Menos mal.
La mudez será la consecuencia de la madurez de la música.
Y dan ganas de abrazarte espejo,
todo sea para protegerme de la sonrisa de la foto.







MORDER

Me animo a morder el anzuelo. La soledad tiene alas. Yo no sé lo que es morder pero me animo. La soledad es un animal que viene de Dios, por desgracia me animo a morder. La soledad tiene manos de vientito de zaguán, con detalles de recuerdos me animo a morder. El anzuelo, esta alma mía sin retorno. Yo no sé. No sé escribir. Tengo todos los dientes en la hoja y no sé, no sé cómo se escribe...

ALGO ME HACE LLORAR

                                             


La suerte de los ojos, sitio de cadenas uniformes y definitivas. El horizonte se siente insultado cuando miro más allá. No me deja cruzar la línea a donde yo se que hay ruiseñores, brotes, tiempo y garganta. Enigma intacto.
Me suicido los brazos para que no acompañen la altura de los límites. El molino trabaja sin adelantar la fecha del viento. ¿Quién acariciará las piernas del silencio? ¿Alguien? ¿Horizonte? ¿Más allá?
Algo me hace llorar y no por los ojos.
He aquí el galope propio y la palabra bastón.
Enigma de los escombros buscando un pecho.